Esperas de la regia ciudad imperial
que te encierre y apresione
con su ancestral grandeza,
que te sientas nimia e insignificante,
nacida sin pasado.
Pero la ciudad te contagia de futuro:
Enraizados vítreos rascacielos
sobre cimientos color teja
rodeados de jardines ingleses se alzan,
y por entramados metálicos y ascensores exteriores
riadas de gentes dejan atrás sus encuentros
diversidad de lenguas, razas:
bazares de rostros, colores,
ropa, peinados, tradiciones…
abierto el libro de la humanidad
y todos hallan su letra.
Amelia Lícheva
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