LOS DÍAS DISTINTOS
Hay una vida humana no exigente:
todos los días iguales y distintos
disfrutamos del alma de las horas.
La rutina no es la monotonía
ni el mal de pobres del aburrimiento.
Leemos a diario, no lo mismo,
oímos luego música infrecuente,
después tomar el sol, dar un paseo
y, ya al atardecer, una visita,
una conversación inteligente,
quizá una confesión entre dos luces.
Antes de ir a dormir, una película
donde aparezcan muertos inmortales.
Tal vez este poema sea un atajo
pero es la salvación particular.
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