LA MIRADA DE UNA NIÑA AFGANA
Lo contrario a una virgen románica:
hierática, infantil, ingenua
expresaba…
Con una claridad incisiva
de vibrante intensidad,
aparentaba inteligencia,
curiosidad, agudeza,
una madurez impropia de su edad,
con un brillo penetrante
que irradiaba al mundo,
desde sus ojos preciosos
la mirada de una niña afgana.
No sabía que pronto
se vería abocada a convertirse
en el enésimo vagón de cola
de una estación de tercera
en un pueblo olvidado,
sin derecho a ir a la escuela,
a obtener respuestas
a su multitud de preguntas.
Obligada a vivir hacia dentro,
a esconder su indómita belleza,
a renunciar al concepto de propio,
de independencia,
a consagrarse al servicio de otros,
de ellos…
Sin cuestionarse, cercenada.
Abortada su vida.
Segada en su haz,
segada con hoz…,
de talibán:
su mirada.
Julia Poveda Micó
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