Se alzó tanto el lenguaje entre nosotros que tuve que besarla.
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Me dijeron: Vas a ver al hombre que huye de una nube perseguidora, pero ese día hizo sol y no vi nada. Evidentemente el sol me impide creer en los prodigios.
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Al amanecer, el poeta diligente limpia las palabras de ruidos, las lava y después cuelga las rimas en los tendederos de la melancolía para que el viento al anochecer las haga sonar alegremente.
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Nos niegan los dioses la posibilidad de repetir los sueños amables.
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Rafael Pérez Estrada (1934-2000) fue un abogado, poeta y artista malagueño, un creador total y genial, vital y alegre —adelantado a su tiempo—, inventor de nuevos mundos que explorar surgidos de su imaginación.
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