CANTÁBRICO MORAL
En un puerto del norte marinero
andábamos tú y yo y el mes de julio,
mágicamente absortos por dos libros
de luminosa filigrana en prosa
-cara a cara el Belmonte de Nogales
y El obispo leproso de Miró.
De nuevo defendíamos,
con ocio atento, con silencio dulce,
lo mejor de Occidente.
Un verano de locus amenísimo
sin colas ni sudores ni alemanes.
La brisa como un beso salobreño
de un diosecillo-viento mofletudo
huido de algún atlas
con voluntad de estilo.
El olor de los chigres, las gaviotas
cuyo graznido parecía entonces
-casi un cuento moral de Éric Rohmer-
una florida parla de poeta
agradeciendo al cielo por sus dones:
Gracias, Gijón, la mar está encendida.
Alberto Fadón Duarte
Sem comentários:
Enviar um comentário