17 de agosto de 2025

unos ojos abiertos


La suya era una casa sencilla de paredes blancas y un

tejado de amparo abierto como las manos que en su

cobijo redimían de todas las afrentas de los días y

su frío; una casa de anchuras para recoger el campo

y unos ojos abiertos a la calle para no olvidar la

anchura del mundo ni el futuro. Su casa, a su imagen

y semejanza, era buena.


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Él le dio lo único que le dio la vida, dos hijos y toda

la alegría, toda la soledad, todo el miedo, todo el

dolor, todo; más esfuerzo.

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