Durante mucho tiempo
estuve allí esperando
(un poco bobo, ahora lo veo)
Te esperé como nadie
te esperara,
por bares habituales
y cines cómplices,
por los jardines
de un parque que era un campo franciscano
(o eso creo).
Te esperé bajo la lluvia
(danzando sin cesar)
por plazas céntricas y esquinas ávidas,
era una espera solo
(y me moría).
Sin esperanza ni convencimiento
partí muy de mañana
(la del alba sería)
—una manguera terca y sindical
baldeaba la calle—
dejando mis cuidados
—daba igual—
entre las manos frías y durmientes
de una ciudad heroica y displicente.
José Luna Borge
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